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Mucho en ciencias de la naturaleza no se debe a un
pensamiento riguroso y sistemático, sino al peso de tradiciones históricas,
debates e incluso sarcasmos, un ejemplo moderno es el Bosón de Higgs llamado
partícula de Dios, cuando originalmente el nombre era partícula maldita, esto
se debe a que las palabras Dios “God” y maldita “Goddamn” son relacionables
etimológicamente con un juego de palabras (van Dyk, 2014). En este orden de ideas, el
nombre “química orgánica” también es engañoso y responde a un momento histórico
determinado que se superó hace tiempo, pero cuyo nombre aún sigue transmitiendo
antiguos lastres en el pensamiento de los estudiantes de química, como
equiparar orgánico con natural, lo cual puede ser particularmente falso.
Que es la química orgánica
La química orgánica normalmente se define como la química de
los compuestos del carbono. Si un compuesto no contiene carbono se lo denomina
inorgánico. La razón por la cual todo un campo de estudio de la ciencia se
centra en un único elemento de los más de cien existentes se debe a la
capacidad con la cual los átomos de carbono forman enlaces con ellos mismos y
con otros elementos para dar lugar a moléculas de gran tamaño y estabilidad. De hecho, las moléculas de importancia para
los seres vivos son moléculas orgánicas, pero si usted piensa que en un curso
de química orgánica las va a estudiar está poniendo su dinero en el lugar
equivocado, debe buscar en un texto de bioquímica.
Figura 2‑1 Las sustancias orgánicas que usan los seres
vivos para constituirse son sólo una pequeña fracción de todas las sustancias
orgánicas teóricamente posibles, de hecho, sustancias orgánicas sintetizadas
artificialmente que nunca han existido en un ecosistema pueden conllevar a un
problema de xenobióticos y bioacumulación.
Los cursos y textos de química orgánica se enfocan en
especies químicas y grupos funcionales que no son tan relevantes para la vida,
pero si estudian leyes químicas sin las cuales sería incomprensible un texto o
un curso de bioquímica. La pregunta pertinente, en cualquier caso, si la
química orgánica no estudia la química de los organismos vivos, ¿Qué es lo que
estudia la química orgánica? Los compuestos que contienen carbono como lo dice
su definición, es solo que la diversidad de compuestos con carbono es mucho más
amplia de la que es empleada por los seres vivos, y mucho más importante,
algunos de esos compuestos orgánicos no empleados por los seres vivos son de
importancia industrial.
Que no es química orgánica
Existen compuestos orgánicos que nunca han estado presentes
y que no pueden ser creados por los organismos vivos, ¿Por qué llamarlos
orgánicos? La química orgánica actualmente se define en base a la composición
de carbono, no que a un compuesto esté presente en los seres vivos. De hecho,
mucho de la aplicación industrial de la química orgánica se basa en la síntesis
de sustancias orgánicas no naturales, lo cual acarrea problemas. Una sustancia
no natural no hace parte de las redes de degradación de un ecosistema, lo cual
provoca su bioacumulación y su toxicidad (A Dordio &
Carvalho, 2014; Ana V Dordio & Carvalho, 2013; Livingstone, 1998).
La toxicidad de los compuestos orgánicos industriales fue
planteada originalmente por (Carson, 1962) a mitad de la década del
siglo XX en torno al efecto de estas toxinas orgánicas en las poblaciones de
aves. En la actualidad la química orgánica se ha enfocado en la tendencia
“verde” lo que es otra forma de decir que se buscan reemplazar las sustancias
orgánicas no naturales por homólogos producidos por los seres vivos que si son
objeto de rápida degradación por parte de los ecosistemas (Clark, Sheldon, Raston,
Poliakoff, & Leitner, 2014; Newman & Jensen, 2013; Sheldon, 2016).
Por lo anterior es fácil deducir que el nombre de química
orgánica es altamente artificial, de hecho, como el átomo de carbono es el que
con mayor facilidad forma estructuras moleculares complejas sería preferible el
nombre de química estructural, pero el peso histórico es muy fuerte.
Originalmente se pensaba que las sustancias de carbono con estructuras
complejas solo podían ser sintetizadas por los seres vivos, de esta forma pensaban
grandes químicos del siglo XIX como Berzelius (Brooke, 1971; McKie,
1944; Ramberg, 2000).
El desarrollo de la química orgánica fue precisamente desligar a las sustancias
de carbono de los seres orgánicos.
Nomenclatura
orgánica
El propósito principal de la nomenclatura química es
identificar una especie química por medio de palabras escritas o habladas. Para
ser útil para la comunicación entre los químicos, la nomenclatura de los
compuestos químicos debe contener adicionalmente dentro de sí una relación
explícita o implícita con la estructura del compuesto, para que el lector o el
oyente pueda deducir la estructura (y por tanto la identidad) del nombre. Este
objetivo requiere un sistema de principios y normas cuya aplicación da lugar a
una nomenclatura sistemática.
En contraste
con estos nombres sistemáticos, hay nombres tradicionales, semisistemáticos o
triviales, que son ampliamente utilizados para un grupo central de compuestos
comunes. Ejemplos son "ácido acético", "benceno",
"colesterol", "estireno", "formaldehído",
"agua", "hierro". Muchos de estos nombres también son parte
del lenguaje general no científico y por lo tanto no se limitan al uso dentro
de la ciencia de la química. Son útiles, y en muchos casos indispensables
(considere el nombre sistemático alternativo para el colesterol, por ejemplo).
Poco se puede ganar, y ciertamente mucho que perder, reemplazando nombres
semisistemáticos más cortos por nombres sistemáticos pesadamente largos. Por lo
tanto, cuando cumplen con los requisitos de utilidad y precisión, y se puede
esperar que sigan siendo ampliamente utilizados por los químicos y otros, son
retenidos y, en su mayor parte, preferidos en esta Guía. También existen
nombres semiesistemáticos, como "metano", "propanol" y
"ácido benzoico", tan familiares que pocos químicos se dan cuenta de
que no son totalmente sistemáticos. Se mantienen, y de hecho, en algunos casos
no hay mejores alternativas sistemáticas.
Sin embargo,
los nombres sistemáticos largos para sustancias como el colesterol son útiles
en la enseñanza de la química en el sentido de que dan ideas de estructuras y
propiedades de las sustancias, las cuales de otro modo quedan ocultas por los
nombres triviales. Por ejemplo, la estructura de la glucosa y sus propiedades
quedan ocultas bajo el nombre trivial glucosa, mientras que el nombre
sistemático (2R,3S,4R,5R)-2,3,4,5,6-Pentahydroxyhexanal nos dice que tratamos
con una molécula con muchos oxígenos y que por lo tanto debe ser soluble en
agua y que presenta una cantidad importante de isómeros “nota, hay 16 moléculas
que se etiquetan como glucosa”.
Es importante
reconocer que las reglas de la nomenclatura sistemática no necesariamente
llevan a un nombre único para cada compuesto, sino que siempre deben conducir a
una no ambiguo. La lucidez en la comunicación a menudo requiere que las reglas
se apliquen con diferentes prioridades. En vista de las consideraciones
anteriores, esta Guía de la Nomenclatura de Compuestos Orgánicos de la IUPAC a
menudo presenta conjuntos alternativos de reglas, igualmente sistemáticos,
siempre que estén disponibles y justificables, para permitir que un usuario
ajuste el nombre a una necesidad particular. En este caso la necesidad
particular es la enseñanza de la química orgánica y la familiarización con las
estructuras y los grupos sustituyentes.
Figura 2‑2 Normalmente los libros de texto sólo nos dan un
resumen de todas las posibilidades que existen para la nomenclatura sistemática
de los compuestos orgánicos, sin embargo la máxima autoridad en cuanto a
nomenclatura Orgánica es el libro azul de la Unión Internacional de Química
pura y Aplicada IUPAC (Favre & Powell, 2013).
Por último, la Comisión reconoce que para ciertos tipos
de compuestos existe un desacuerdo significativo entre los químicos en
diferentes campos en cuanto a cuál debería ser la nomenclatura preferida. Esta
situación conduce a una aparente falta de decisión en algunas de las
recomendaciones de este documento. Esto es inevitable, porque una larga
experiencia ha enseñado que formular reglas que no tienen apoyo general es un
ejercicio inútil; Tales reglas serán ampliamente ignoradas. Por lo tanto, la
política de la Comisión es ofrecer alternativas examinadas críticamente,
algunas de las cuales pueden ser nuevas propuestas, y observar cómo se aceptan
y utilizan. Si una de las alternativas se convierte posteriormente en
preferente a un grado abrumador por parte de la comunidad de químicos, una
futura edición de recomendaciones puede reflejar ese hecho. Otro aspecto
importante es que las reglas de formulación y nomenclatura nos permiten muchas
veces generar modelos para moléculas que aún no existen, o cuya existencia es
efímera, tal consideración epistemológica quedará fuera del enfoque de la
presente unidad que solo se concentrará en la familiarización de las reglas
para leer, ahora si algún estudiante perspicaz consulta la existencia de
algunas de las moléculas que el profesor de química orgánica le pone de
ejercicio sería algo particularmente conveniente y que debería ser alentado
dentro de la enseñanza.
Las reglas dadas en la Nomenclatura de Química Orgánica
comúnmente son conocidas como el "Libro Azul", las cuales enfatizan
la generación de nombres inequívocos de acuerdo con el desarrollo histórico de
los objetos de estudio, el problema fundamental que nos encontramos en
ocasiones es que la necesidad de un nombre "único" no fue percibida
como convincente/necesaria/indispensable por generaciones anteriores de
químicos. La llamada explosión de la información de las últimas décadas, tanto
a nivel de síntesis de sustancias nuevas como de dispersión de la información
son factores importantes para cambiar esta percepción. Sin embargo, la matriz
actual de reglas no puede superarse fácilmente con un simple conjunto de
principios para seleccionar un nombre preferido entre las alternativas
sistemáticas y declarar una preferencia arbitraria en cada situación
seguramente conduciría a un rechazo generalizado.
La tradición tiene un peso que impone. Es interesante ver como al mismo tiempo que enseñamos que existe un conjunto de reglas estricto, existen casos arbitrarios que contradicen a esas reglas, en lo personal a mí me pasaba con la enseñanza del idioma español, la arbitrariedad de las reglas me daba rabia y por eso me gustaron más las matemáticas. Las arbitrariedades que nos encontraremos en muchas ocasiones obedecen a un peso histórico y posiblemente a alguna anécdota interesante de la historia de la ciencia, esos que no debemos ser tan duros con esos casos. Sin embargo, la Comisión de la IUPAC ha iniciado proyectos para formular una guía completa para seleccionar nombres únicos que, en la medida de lo posible, tengan un buen valor de reconocimiento y aceptación general entre los químicos. Esperemos que tengan éxito ya que ese éxito implicará que todo el mundo tendrá que memorizar menos nombres, lo cual siempre es bueno.
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